-Esta es.
Lo dijo mientras surgía ante nosotras, entre flores y arbustos, una casita de piedra y color mostaza. Aparcamos el coche y nos dispusimos a entrar. Me di cuenta entonces de que la casa de mi amiga, que en realidad era de su abuela, se encontraba en medio de una paradoja. A su izquierda tenía una casa en obras, un comienzo; y a su derecha, otra en ruinas, un final.
Comentarios recientes